29 noviembre 2006

Sverige 2!

Al llegar, lo primero fue conseguir algo de vil metal, que los suecos llaman Svenska Kronos. La verdad es que la conversión entre monedas es bastante fácil, ya que 1 € son algo menos de 10 coronas suecas. Un viajecito con un taxista de rasgos árabes, que había estado en varias ciudades españolas como Barcelona, Zaragoza, Las Vegas y Alicante... y hala, ya estamos en el hotel.

El hotel Spar Garda (pronunciado Gorda), es el típico hotel barato que los dueños quieren vestir de seda. Eso sí, mona se quedó, porque el pedazo de autopista al que daban las ventanas no había quien la ocultara a la vista y al oído (me sentía como en casa). En fin, pequeño, limpio y suficiente.

Tras dejar las maletas, cogí un plano y fui directo al barrio de Liseberg, donde había quedado con varios compañeros del metal para una cena de bienvenida. La cena fué muy agradable, con una selección de platos típicos suecos y vinos franceses e italianos. El plato principal era cat fish. Por favor, que alguien me confirme que lo que comí era Rape, glups!. Pero lo mejor fué conocer a otros participantes en el evento del dia siguiente, venidos de Grecia, Italia, Rumanía.. y España (Coño, si hay otro español!). La verdad es que por educación hablaba con él en inglés, para que el resto nos entendiera. A los tres italianos que estaban allí se la pelaba el resto.

Salimos tarde (incluso para los españoles) de la cena, y me fui directo al hotel para descansar el día siguiente. De paso, me paré a admirar el estadio Ullevi, donde han dado espectáculo desde Pelé hasta Bruce Springsteen. Los dos tenían una estrella en una especie de paseo de la fama que rodea al estadio.

Los cachondos de los suecos decían que hacía demasiado calor para la época, pero la verdad es que estábamos a 6 º sobre cero y con la versión sueca del txirimiri. Calor, calor... no hacía.

El día siguiente transcurrió de manera menos traumática de lo esperado, con unas reuniones bien rápidas y amenas. Estaba en el Svenska Mäsan, el recinto ferial de la ciudad, en el ámbito de una feria medioambiental. Al acabar mis reuniones, disfruté de los coches, furgonetas y hasta camiones con motores que usaban combustibles limpios. Me lo pasé pipa en los stands de Volvo, Toyota/Lexus y Honda, pero el resto de la feria no tenía demasiadas cosas interesantes para mí.

Aprovechando los últimos rayos de sol (eran las 14h), pude sacar alguna foto a los maravillosos edificios de la ciudad. Un paseo por las calles basta para creerte el catálogo de IKEA y la gente que sale en él.

Poco después recibí un sms de mi compañera rumana que me proponía hacer turismo/compras juntos. Pues vale, dos pardillos juntos mejor que uno. Grande la anécdota del barco vikingo, amarrado junto al edificio de la Opera, que prefiero contarla en persona para que os pase lo mismo que a mí si vais. La noche acabó en el McDonalds, único lugar donde realmente sabes qué es lo que vas a comer y cual va a ser su sabor. Después, de vuelta al hotel y a la camita, que son las 21:30 y somos europedos.

Continuará... pero poco más

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